Su nombre era propiedad de capillas de lectores que la seguían con fervor y la
anunciaban como la más avezada revelación en el género del cuento. La entrega
del Premio Nobel de literatura en el año 2013 a Alice Munro, nos descubrió una
singular forma de narrar la vida silenciosamente caótica de las relaciones
humanas y la geografía de su natal Ontario en los bosques de arces y pinos en
Canadá. Descubrir, con la lectura atenta que obliga a inspeccionar los pliegues
de sus ficciones, las sombras sicológicas y los momentos de ruptura en las
vidas, ha sido una tarea que por estos días los aprendices del programa de
Control Ambiental del Centro de Formación Agroindustrial La Angostura han
realizado con especial obstinación.
Con cuentos tomados de libros que por estos días ocupan
sitial de privilegio en las librerías, la lectura de una autora que súbitamente
ha salido de la penumbra para ser conocida
por el mundo entero, nos ha permitido enriquecer el diálogo con una
tradición literaria anglosajona que devela con precisión los sobresaltos de la
vida y la ebullición oculta en el sosiego del campo.
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